jueves, 30 de julio de 2009

UNA GRANDE EN PALMIRA

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Biografía Gladys Ortega

BIOGRAFÍA DE GLADYS ORTEGA

La historia de esa niña que nacía el 21 de mayo de 1951 entraría para siempre en el recuerdo 27 años después, cuando el 18 de octubre de 1978 se apagaría para siempre.

Poco después de su nacimiento, su familia se traslado de Guaymallén a Palmira y ahí Gladys Ortega vivió su infancia y su juventud.

Sin ser gordita, su físico robusto le permitió realizar con éxito los juegos lógicos de su edad, mientras iba a la escuela primaria Martín Güemes.

Después en la secundaria, en la Escuela de Comercio de Palmira, en las clases de Gimnasia el profesor José Olguín le vio condiciones para que compitiera en forma federada.

Su físico y potencia la llevaron a practicar las especialidades de los lanzamientos, en donde rápidamente se hizo invencible entre las chicas de su categoría.

Así, la niña se iba haciendo mujer y acumulaba medallas en los torneos intercolegiales. Por eso pudo viajar representando a Mendoza y ganar sus primeros títulos a nivel nacional.

Acaparaba los primeros lugares en los lanzamientos de bala, disco y jabalina. No quería una dedicación exclusiva, porque le sobraban aptitud y capacidad para las tres especialidades.

Llegó el Sudamericano de juveniles en la inauguración de la pista San Bernardo Do Campo, en San Pablo, Brasil, Gladys demostró sus condiciones y logró el primer lugar con récord sudamericano en bala. Además se traía el segundo puesto en disco y jabalina. En la revista El Grafico la destacaron y titularon “un puñado de futuro” en setiembre de 1968.

A partir de esa fecha siempre fue capitana de los equipos nacionales que participaban en los sudamericanos, en los que nunca dejó de traerse una medalla. Así ocurrió en Ecuador (1969), Chile (1971), Perú (1973), Brasil (1975) y Uruguay (1977).

Ya era profesora de Educación Física y se había casado con otro atleta palmirense y profesor: Leandro Espínola.

Precisamente su ejemplo y sus títulos llevaron a muchos chicos de esa ciudad a integrarse a la Agrupación Atlética Palmirense (tenía una pista de tierra al lado de la cancha del Atlético Palmira). Con medios más precarios que otros clubes o entidades poderosos de esos momentos, desde allí salieron muchos campeones con récords mendocinos y argentinos.

La mujer atleta era también mujer profesora y también quiso ser mujer madre. Una penosa enfermedad la atacó, pero no pudo cortar el embarazo. Ni tampoco el nacimiento de su hijo, Leandro Gastón el 4 de octubre de 1978.

Ella participó del último torneo de su vida desde la cama del hospital, luchando con la misma fortaleza que lanzando una bala o un disco. Se cortaría su vida el 18 de octubre del ’78 y quedaría su nombre en alguna pista, en aulas y en la rica historia del atletismo mendocino.

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