viernes, 8 de abril de 2011

vida deFuseo

Apasionada y breve vida de Fuseo
Este año se cumple un siglo del asesinato del fundador de la ciudad de Palmira, en San Martín. No tuvo hijos y su tumba se limita a un nicho vacío. Lo mataron a cuchillazos cuando tenía 30 años.
22-03-2011

Enrique Pfaab
epfaab@diariouno.net.ar
SAN MARTÍN– Hay destinos que están marcados. Quizá todos tengan escrito su epílogo de antemano. Pero especialmente hay algunos que dejan presumir desde el prefacio cómo será el resto de su historia y cómo será su final. Éste es el caso de Guillermo Fuseo, involuntariamente, uno de los fundadores de la ciudad de Palmira y cuya accidentada vida parece haber contagiado el destino del pueblo que creó. Este hombre de carácter fuerte, prepotente, casi violento, murió asesinado hace 100 años y no dejó descendientes; su tumba es hoy sólo un nicho vacío y nadie sabe qué fue de sus restos.

El 26 de julio de 1911, Guillermo Fuseo, quien por ese entonces tenía algo más de 30 años, fue asesinado a cuchillazos. Quien sujetaba el cabo de la grosera faca era Nicolás Balobano, quien trabajaba para él como cocinero. Dicen que el homicidio se produjo por el innoble motivo de diferencias en el pago del sueldo del agresor. Fuseo murió desangrado en medio de ollas y sartenes, en la enorme cocina de su casona, que todavía hoy permanece en pie.

La historia de Palmira no está escrita y sólo es posible reconstruirla con archivos de diarios de la época, relatos y mucha paciencia. Este trabajo fue encarado recientemente por Gastón Speziale Kairuz, un inquieto joven de 22 años que es nieto de Juan Kairuz, quien fue intendente de Palmira del ‘49 al ‘51 y es egresado del colegio jarillero que lleva el nombre de su abuelo. Gastón escribió un libro –todavía inédito– que cuenta la vida del ex jefe comunal, y logró reconstruir algunos retazos de la apasionada y breve existencia de Fuseo.

Fuseo llegó a lo que sería Palmira por 1890. Había arribado desde Italia unos años antes, y su pasado familiar y algunos conocimientos de contaduría lo llevaron a trabajar en distintas casas bancarias de la capital mendocina. “En primera instancia trabajó en el banco del muy conocido Torcuato De Cartis y cuando esta entidad cerró sus puertas pasó a desempeñarse en el banco que poseía Simón Moreno”, refirió el joven Kairuz.

Fuseo decidió luego instalarse en forma independiente y se asoció primero con Eloy González y más tarde estableció otra sociedad con Juan Calcagno. Estos dos casos dieron buenos resultados económicos, pero concluyeron pésimamente en lo personal. El mal carácter de Fuseo generó furibundas peleas que terminaron con el joven banquero preso por agresiones.

Luego de su segunda estadía tras las rejas, el empresario decidió reunir su importante capital e invertir en lo que era la próspera actividad de vitivinicultura. Para eso, le adquirió a los hijos del ex gobernador ya fallecido Tiburcio Benegas una gran cantidad de tierras y una lujosa casona ubicada en la orilla este del río Mendoza, que tenía el nombre de Establecimiento Palmira. A esa altura, Fuseo se había casado y se había asociado con su suegro, Deonisio Pouget, para dar forma a la nueva empresa.

Construyó una bodega, extendió considerablemente los cultivos y marcó ocho manzanas. Allí distribuyó una escuela, una sala de primeros auxilios, un mercado y una seccional policial, agrupando así a los pobladores que ya trabajaban en el ferrocarril, y sin un solo atisbo de modestia, rebautizó el paraje como Villa Fuseo. Su gestión también fue determinante para la construcción del puente carretero de hierro que en la actualidad es un símbolo de Palmira.