viernes, 31 de julio de 2009

HITTLER EN PALMIRA?

Nunca me creí que Hitler estuviera aquí”
SAN MARTÍN– “El Loco nos complicó la vida con la historia que se inventó, armó un revuelo en todo Palmira”. Orlando Zapata no se olvidará nunca del escandalete que generó Primo Abdón Valenzuela al asegurar que Adolfo Hitler había pasado sus últimos días en Palmira.

Zapata era el encargado del cementerio del populoso distrito sanmartiniano en 1987, cuando el financista Max Gregorcic conmocionó a la opinión pública con la historia que el Loco, como lo llamaban a Valenzuela en Palmira, le contó. El cadáver de Hitler estaba enterrado en el cementerio, según la versión que rápidamente quedó desenmascarada, pero mientras tanto le dio cobertura al financista para escapar de la provincia estafando a los mendocinos que le confiaron su dinero.

“Recuerdo que tuvimos que cerrar el cementerio durante varios días. Llegaban periodistas de Buenos Aires, de otras provincias y hasta de Brasil, buscando la tumba adonde éste decía que estaba el cuerpo de Hitler”, relató Zapata. Valenzuela murió en el 2002 pero la historia que inventó no fue con él a la tumba, sino que quedó flotando en el inconsciente de los jarilleros para volver al centro de la escena con la reciente aparición del financista prófugo en Chile.

“Parece una comedia; antes y ahora es lo mismo. Ese hombre (por Gregorcic) siempre tiene una forma de escaparse, aunque esté rodeado por la policía”, sostuvo Zapata. Ayer, el hombre atendió unos minutos a este diario en la puerta de su casa, en Palmira, ubicada a pocas cuadras de la que habitó Valenzuela hasta morir y en la que aún viven su esposa y un hijo.

“Cuando salió por los medios la historia, el cementerio se convirtió en un loquero de gente que iba y venía. Decían que en una tumba estaba enterrado Hitler, una locura que yo no me creí nunca”, aseguró Zapata.

“Querían abrir los nichos –rememoró–, pero nunca trajeron una orden judicial. Por eso tuvimos que cerrar el cementerio muchos días. Abríamos nada más que un ratito cuando llegaba un acompañamiento y volvíamos a cerrar para preservar las tumbas”.

Con el correr de los días y la desaparición de Gregorcic, también se esfumó la presión sobre los empleados del cementerio y la incógnita sobre el pasado de Hitler en Palmira. “Era una historia increíble, yo no la podía creer, aunque muchos pensaron que podía ser”, reconoció el ex encargado del cementerio.

“Mirá si me iban a meter un muerto trucho sin que yo me diera cuenta”, reflexionó, y contó: “El 99porciento de los muertos que llegaban eran de Palmira y yo los conocía. Un número mínimo era gente sin parientes que traían de otros departamentos, pero tampoco era posible que entre esos me metieran a Hitler”.

Zapata conserva aún las revistas y diarios de la época, aunque no los quiso mostrar. “No tengo mucho para decir, lo único que sé es que ese loco nos complicó la vida a todos”, señaló. Asimismo, advirtió: “Soy el único que queda; los muchachos que trabajaban conmigo en aquella época ya están muertos”.

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