El objetivo de estos viajes es un conjunto de santos populares a los que se piden distintos tipos de favores y luego se les agradece con ofrendas.
Estos santos paganos refieren a personas que vivieron en tiempos cercanos y fueron elegidas como milagrosas por los mismos pobladores -generalmente- luego de una trágica muerte.

LOS MÁS POPULARES.

Algunos santos populares son conocidos sólo en una parte del territorio argentino y cuentan con seguidores quizás dentro de una misma provincia, sin embargo, existen otros que trascendieron fronteras.

EL SANTITO MILAGROSO.

Le dicen “El Milagroso” y una calle es indicada con ese nombre, pero nadie sabe bien quién fue y si existió realmente
La leyenda es una sola, con mínimas variaciones y ha sido suficiente como para que por muchos años se le construyan criptas, se le pongan placas de agradecimiento y se le lleven flores al sitio en donde supuestamente murió aquel desconocido, al norte de la playa de maniobras de ferrocarril, en Palmira.
La leyenda dice que se había quedado en Palmira por motivos imposibles de descifrar y que solía contar que había partido de su ciudad natal. 
El hombre había abandonado la carrera de Derecho, en la que se había destacado, y había decidido vagar sin rumbo.
Vivía de changas, de cargar y descargar vagones, como hospedaje, utilizaba algún furgón del ferrocarril.
Además le gustaba compartir sus conocimientos y hablaba de historia, de política y por supuesto de Derecho con quien le preguntara sobre algunos de estos temas.
Pero la historia, como toda buena historia, no podía terminar bien. Una noche, mientras una patrulla policial hacían una batida entre los vagones, los uniformados se toparon de frente con una sobra y abrieron fuego. Era el letrado croto que cayó atravesado por las balas.
La leyenda asegura que esa muerte no quedó registrada en actuación policial alguna y que el cuerpo del desconocido fue enterrado a escondidas y en algún sitio ignorado.
Sin embargo algunos aseguraron que el lugar en donde hoy se levantan las criptas es el punto exacto en donde se enterró aquel cadáver y otra versión sostiene que después de recibir los disparos llego arrastrándose hasta este lugar.
Dicen también que los primeros en llevarle algunas flores fueron aquellos estudiantes que el linyera había favorecido con sus enseñanzas.
Luego otros comenzaron a hacerles promesas que el finado cumplía sin esfuerzo. Entonces a las promesas se sumaron los agradecimientos y, como nadie sabía cuál había sido su nombre, lo llamaron “El Milagroso.”